INICIO DE LA FORMACIÓN EN ARCHIVO EN COLOMBIA
Para entender el desarrollo de la profesión de archivista en Colombia, es preciso comprender una serie de aspectos propios de la evolución de una actividad que durante muchos años estuvo relegada al último lugar en la mayoría de las organizaciones. Según el Presidente de la Sociedad Colombiana de Archivistas, Carlos Alberto Zapata “durante buena parte del siglo XXI, el cargo de archivista, tanto en instituciones públicas como privadas, no gozaba de la importancia que si tenía, por ejemplo, en los países europeos”[1]. En general se trataba de cargos de bajo nivel en la estructura organizacional y para los cuales no se exigían mayores requisitos de formación universitaria, e incluso en muchas empresas solo era suficiente el poseer un diploma de bachiller para ocupar estos cargos. De otro lado, la normatividad vigente en nuestro país en esta materia era muy escasa, por lo que el manejo y administración de los archivos nunca fue una preocupación de la administración.
Se exceptuaban algunos archivos históricos, los cuales debido a la naturaleza de sus fondos y a cierta presión de los investigadores por el adecuado manejo de los mismos, eran administrados generalmente por historiadores. A lo anterior se suma el hecho de que la archivística era una disciplina desconocida, al menos hasta principios de la década de los 70 y quienes dirigían los archivos no tenían conocimientos específicos en este campo.
Esta situación se ve referenciada en la fuente principal: “inicio en la parte como archivista, como archivero que soy en el SENA, parte de una necesidad de educación, debido a que yo entre al SENA por una casualidad a trabajar en el área de contabilidad, yo escasamente tenía quinto de primaria y como no era bachiller para poder ingresar al SENA a ocupar un cargo de auxiliar de contabilidad, más que todo fue por una posibilidad que el SENA me brindó para trabajar en contabilidad, a falta de la necesidad de educación debía empezar por la parte más baja de los niveles de remuneración de una entidad y los niveles de remuneración de una entidad en esa época eran los archivos, donde los archivos no tenían en esa época …hablo del año 1974, no tenían ninguna importancia para una organización”[2].
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De igual forma, no existían espacios académicos en este campo, lo que se reflejaba en una débil oferta de cursos de capacitación en el área de los archivos y la documentación.
Dicho acontecimiento se debía fundamentalmente a que la función archivística no era valorada dentro de las instituciones y por lo tanto solo se quedaba en el terreno de un simple oficio u ocupación, que aunque necesaria no gozaba de aceptación social ni laboral, según la fuente: “las organizaciones veían el área de archivo como un sótano donde se guardan papeles para después botarlos, entonces mi labor empezando que no era bachiller, solamente tenía quinto de primaria trabaje desde el año 74 hasta el 77 en el área de auxiliar contable con un sueldo 4 veces mayor al de un archivista, entonces en el año 77 para poderme vincular a esa entidad, debía empezar con el archivo, fue así como empecé a laborar en el área de archivo del Sena dirección general de la ciudad de Bogotá, donde aprendí todos los procesos desde que se crea un documento hasta su disposición final”
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