SACRISTÁN, José Gimeno. Capitulo primero, ¿qué significa el Curriculum?

Reseña de la siguiente  referencia bibliográfica:

SACRISTÁN, José Gimeno. Capitulo

primero, ¿qué significa el Curriculum?, en:

saberes e incertidumbres sobre el

curriculum, Universidad de Valencia, ed.

Morata, Madrid: 2010, Pp: 21 – 43.

SACRISTÁN José Gimeno. - SACRISTÁN, José Gimeno. Capitulo primero, ¿qué significa el Curriculum?

 

Hoy día es común que en las escuelas se convoque a maestros, directivos y hasta padres de familia a hablar de currículo, sin embargo no siempre se tiene claro este concepto, de ahí la importancia de conocer otras referencias, una de ellas es la de José Gimeno Sacristán, un académico español, especialista en temas educativos y teoría curricular. Profesor de larga trayectoria investigadora, quien cuenta con una extensa producción bibliográfica, se encuentra asociado a la corriente pedagógica conocida como “Línea de Desarrollo Curricular”, lo que nos permite entender su vasta experiencia en los análisis críticos para la discusión de la política curricular no solo en la España de los 90’s, si no del resto del mundo. 

 

El profesor Sacristán a lo largo de este primer capítulo va intentar aclarar las ideas básicas que se generan dentro del panorama de currículo, ello implica precisar la definición del currículum, sus contornos y tradiciones más importantes, seguido de los contenidos y la cultura que contiene estos elementos, así como el desafío que representan las nuevas orientaciones. De este modo, el autor evidencia la potencialidad del curriculum desde el sentido bifurcado que se le ha otorgado a través del tiempo: el recorrido de la enseñanza y los logros que deben plasmarse en ella.

 

Recordemos que el uso del término currículum en el sistema educativo viene creciendo desde hace unos cuarenta años, si antes como dice el profesor Sacristán, solía referirse a las enseñanzas de las escuelas como «programas» o «planes de estudio», desde los años sesenta y setenta, de la mano de la influencia anglosajona, la palabra currículum fue ganando lugar; sobre todo en la reforma de los noventa que el término se impuso definitivamente para pensar en el contenido y la forma de la enseñanza, para responder a la situación crítica de los sistemas educativos.

 

Cada vez iba tomando forma la definición de curriculum e identificándose la función como organizadora y unificadora de la enseñanza y el aprendizaje, que involucra la práctica didáctica en el contexto escolar acompañado de un método para una clase y un grado determinado, a su vez colocando un límite en el contenido de otras asignaturas. El autor nos dice que el currículo va adquiriendo significación en la práctica: actividades, procesos que se desencadenan, secuencias, etc.

 

El currículum siempre “envuelve una selección de la cultura” (Pág: 24); dado que es imposible transmitir todos los conocimientos existentes, el sistema educativo selecciona algunos saberes del universo de conocimientos disponibles, dicha selección se expresa en un texto o diseño curricular. Avanzándose a la definición: el currículum constituye un documento público que expresa acuerdos sociales sobre lo que debe transmitirse a las nuevas generaciones en el espacio escolar.

 

Por otro lado, es interesante observar como Gimeno Sacristán aborda un nuevo tema, referido a la cultura que constituyen los contenidos del currículo, los agentes culturales mediadores van desde directivos, instituciones del Estado, profesores, los libros de texto, pruebas de evaluación hasta las normas técnicas, que son los que imponen determinados contenidos y es aquí el punto de tensión entre el carácter prescriptivo del currículum (como documento público que enmarca lo que todos deben aprender) y su carácter abierto (como propuesta que se recrea en cada escuela y en cada aula, que puede llegar a no encajar con lo establecido en la propuesta curricular).

 

Esa carga utópica de propósitos educativos en palabras del profesor Sacristán choca con la práctica educativa, puesto que lo que se desea para el aprendizaje, tiende a verse reducido por moldes dominantes, la apuesta al diseño curricular sería un elemento inútil en la escolaridad, evidenciándose un alejamiento entre el discurso y la realidad.

 

Pero también puede suceder que al lograr una buena relación entre prescripción y apertura se juegue la posibilidad de una enseñanza que simultáneamente aporte a lo común, a lo público, a lo que deben aprender todos, y que también contribuya a que cada uno recree y nutra eso en común desde su propia posición, desde su contexto y su visión original, para que ese común sea plural y democrático y pueda ir reelaborándose y redefiniéndose colectivamente.

 

En ese sentido el cuestionamiento del profesor Gimeno sobre qué saberes necesita la sociedad y cómo responden los sistemas educativos a este desafío que incluye, en parte, lo que está en la letra escrita del currículum pero que también abarca lo que surge en la experiencia vivida en los establecimientos escolares, debe orientarse hacia la experiencia del aprendiz, la unanimidad entre los mediadores culturales, dejando de ver las propuestas de lo administraciones burocráticas como la fuente de todas las desdichas escolares.

 

En últimas, rescatamos de José Gimeno Sacristán, ese sentido de obligación que se acentúa con los puentes interdisciplinares, ya que son los que aportan un nuevo universo conceptual, apoyándose en nuevas propuestas que van más allá del plan de estudios, de los cuestionarios y el programa escolar, siguiendo esta idea consideramos que la letra escrita deja muchas cosas por fuera, el diseño curricular tiene un valor y una significación que no hay que subestimar. Como se dijo inicialmente, organiza espacios de enseñanza, autoriza voces y discursos, establece que hay que hablar de ciertas cuestiones y no de otras en el aula.

 

La nueva alfabetización debería involucrar saberes pueden hacer a resolver conflictos, a elaborar proyectos de vida y a convivir y a enriquecerse con el vivir con otros, a partir de las formas en que los seres humanos construimos el sentido sobre nuestra experiencia, antes bien, sugiere que desde la escuela se retome la iniciativa para decidir qué de todo lo que circula en la sociedad vale la pena dejar entrar al currículum, ponerlo a discusión y en interacción con otros saberes, y evitar que se nos imponga en las peores condiciones.

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